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Foto del escritorEnrique Ribas Lasso

Responsabilidad


Parece que las condiciones invernales han sido madrugadoras este otoño. A finales de octubre la nieve ha caído con intensidad principalmente en las cordilleras del norte peninsular y con algo menos de precipitación en el resto de montañas, pero dejando blancos los altos antes del día de Todos los Santos y permitiendo, incluso, estrenar la temporada de esquí de montaña en muchos lugares con más o menos fortuna a la hora de rayar las suelas de los esquís.


Y con la temporada empezada y el mal tiempo presente, los rescates y los incidentes ya han comenzado y, para dar que hablar a expertos y profanos, algunos rescates han saltado a los informativos de televisión, con lo que la polémica y las opiniones de toda índole se han multiplicado. Cosa lógica y cada vez más frecuente en un mundo en el que se buscan responsabilidades y culpables por todo, incluso por las consecuencias de un temporal o por cosas que antes eran achacadas al destino, a la suerte o, simplemente, a lo que nos expone el hecho de vivir.


En el esquí de montaña tener la licencia de la Federación de Montaña es tan importante como el resto del equipo. (© Foto: E. Ribas).

Pero al margen de consideraciones filosóficas sobre el riesgo de existir, lo que sí es evidente es que en la montaña y en los deportes que se desarrollan en ella, como el esquí, la precaución debe ser preceptiva para minimizar los riesgos a los que nos exponemos y esto tiene que ver con el anterior post "Un riesgo adecuado". Es decir, debemos saber que la montaña puede ser un medio muy hostil en algunas ocasiones, por lo que habrá que extremar las precauciones a la hora de salir al monte o esquiar una determinada ladera, precauciones que implican tener técnica y conocimientos suficientes y tener pleno conocimiento de las condiciones objetivas de la montaña. O lo que es lo mismo: aplicar el sentido común, conocer nuestro nivel y adaptarnos a las circunstancias. En último término, se trata de ser responsables y ser conscientes de que la responsabilidad no sólo nos afecta a nosotros, sino que también es obligada frente a terceros. Un accidente no solo afecta a la víctima o a su grupo, sino también a todos los medios humanos y materiales necesarios para un rescate.


La responsabilidad implica adecuar nuestras actividades a las condiciones. Si hay condiciones adversas habrá que adaptarse y, por ejemplo, hacer una ruta al resguardo del bosque evitando las zonas más expuestas o una caminata por el valle en lugar de una ascensión o, incluso, quedarse en casa o al abrigo de un refugio si el tiempo es infame. Saber renunciar es una asignatura fundamental en la escuela de la montaña.


Con malas condiciones meteorológicas es necesario ser consciente y adaptar recorridos y descensos. (© Foto: E. Ribas).

Además, no solo se trata de responsabilidad moral o responsabilidad en nuestras acciones. La responsabilidad debe ser materializada en la prevención, lo que implica estar asegurado ante una actividad de riesgo que puede afectar a otros. De igual forma que los vehículos a motor que circulan por las calles y carreteras y su conductor tienen la obligación de estar asegurados al menos frente a terceros, una actividad como el esquí y más el esquí de montaña, debería implicar la obligación de tener un seguro para el deportista y frente a terceros. En general el seguro más común es el que está incluido en la licencia de la Federación de Esquí o de la de Montaña que no es obligatorio, pero sí más que aconsejable si practicamos esquí y/o montaña.


El riesgo tiene que ser el adecuado a nuestro nivel y ser conscientes que un accidente o rescate puede afectar también a otros. (© Foto: E. Ribas).

Nadie está exento de tener un accidente, de provocarlo o de afectar a otro u otros, al igual que nadie está exento de tener que ser rescatado y eso afecta e implica una responsabilidad frente a terceros y frente a los gastos que ocasione el rescate, aunque sea realizado por cuerpos de seguridad especializados del estado (GREIM; bomberos, etc.). El resto de ciudadanos no tiene por qué tener que pagar a través de sus impuestos un rescate en una actividad deportiva que alguien decide hacer voluntariamente, y la única manera de estar cubierto frente a accidentes, incluyendo el rescate, es a través de los seguros federativos incluidos en las licencias de la Federación Española de Esquí (absolutamente ineficaz en caso del esquí de montaña) y de la licencia de la Federación Española de Montaña, que a través de sus delegaciones autonómicas expenden la licencia federativa, que es la única forma de estar asegurado y de tener cubierta la responsabilidad civil y la atención sanitaria así como el rescate y los gastos ocasionados. Cosa que, evidentemente, debe complementar la responsabilidad de cada uno y eso sólo lo aporta el sentido común y la prudencia, que es, sin duda, la facultad básica y principal en actividades que implican riesgo.


Enrique Ribas Lasso es editor de revistanix.com






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